domingo, 1 de marzo de 2009

El baile



Todos bailaban alegremente, excepto algunos que nos resistíamos a dar el paso y que cada vez, eramos menos. Sabía que en cualquier momento alguien se dirigiría a mi, cada segundo que transcurría se hacía eterno.
De repente estaba frente a mi, con la mirada sincera y sabia que aporta los años. Dejé que cogiera mis manos con una sonrisa nerviosa, pero a la vez de agradecimiento por haber terminado con la incómoda situación.
Pensé dejarme llevar, pensé el sabrá los pasos y tú... desde siempre has sabido dejarte guiar por las personas con experiencia.
Pronto descubrí que esas manos ajadas por el tiempo pero tibias y cuidadosas , como un beso inocente de la adolescencia, no eran tan firmes como yo había imaginado, ni esos pasos tan claros, como yo necesitaba.
Al final eramos como dos patos, felices de haber dado el paso pero más felices aún de que concluyera la música.

Me pregunto si le fallé... si tenía que haberle guiado yo...
Me pregunto si nos fallamos... y conseguimos hacer el ridículo.

Me respondo: - Creo que lo hicimos bien... (en el fondo, nadie se percató de nuestro sentido del ritmo... ni nos quedamos parados, de brazos cruzados)...Hicimos, realmente, lo que queríamos hacer...'pasar desapercibidos'

5 comentarios:

el lector dijo...

sí, lo importante es hacer, sin remordimientos.

Julio Castelló dijo...

Al fin la duda es la propia experiencia...

Anónimo dijo...

A veces, (digamos mejor: muchas veces) el mejor triunfo es pasar desapercibido.


posdata: uff??

Sunion30 dijo...

En el vacío de dos personas el resto es una comparsa que no interesa salvo si es música de violines a los ojos. Y bailar siempre es mejor que quedarse sentado con ganas de bailar. Bien o mal, el sentimiento de dejarse llevar por las notas es como una historia de amor. Cadencias y bemoles.
Por cierto, al leerlo, creo que yo andaba por ahí de público. Me ha encantado.
Un saludo.

ADRIANO dijo...

A veces creemos que debemos dejarnos guiar, pero ser la guía para otro es una experiencia muy enriquecedora.
Aún recuerdo cuando de adolescente era yo el que tenía que sacara a bailar, arriesgándome a recibir una negativa, en qué compromisos nos pone a veces las costumbres sociales.
Un saludo.