viernes, 13 de febrero de 2009

Sueños

Es mi segunda noche, me pasé toda ella con un bebé en mi regazo. Lo mecía entre mis manos, alguien lo había tomado con lástima de una jaula de primates.

Era un recién nacido, todo arrugado y con las uñas largas y los dedos finos como alfileres.
Discutíamos sobre si se trataba de un niño o un simio.Yo insistía, abrazándolo con ternura
-Tiene las uñas blancas...¡Tiene que ser un niño!.

El me miraba confuso, con sus ojillos redondos de orangután.

(Tenía 10 dedos en cada mano, pero eso no importaba)

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