domingo, 4 de enero de 2009

EL PARQUE I

Acabo de salir de casa a sacar a 'Mala'. No salía desde esta mañana, también con Mala. Ella es mi nexo...con las baldosas grises y sucias de ahí afuera, en estos días festivos.

El parque es un rectángulo de tamaño mediano, para los parques de esta zona. Al fondo a la izquierda una zona vallada donde juegan los niños pequeños. Hoy está especialmente iluminado por la fría luz de las farolas. Sólo queda un niñito jugando de la mano de su madre. Es tarde, se irán pronto.
Mala busca de aquí para allá una ramita con la que jugar conmigo... aunque hace días que me mira tristemente.... sabe que no me apetece jugar.

No he salido buscando compañía, ni charlar con algún desconocido sobre el comportamiento de nuestros canes....ni sobre multas por llevarlos sueltos....Es estúpido, no quiero que nadie venga con su perrito, y hable como si me conociera de toda la vida.
Sólo observo el parque...lo distinto que parece ahora...vacío, sin niños corriendo de un lado a otro...sin palomas picoteando en el suelo...sin esos rayos de sol teñidos de verde.

Me pregunto: -¿Qué hago aquí?. En otro tiempo, cuando era una chiquilla soñadora, habría mirado de izquierda a derecha...esperando que apareciera mi príncipe azul....toda la vida esperándolo y nunca llegó.
Pero ahora sé que no está...no aparecerá en este cuento, quizás ande matando dragones con su espada encantada.
No, se que aquí, no hay príncipes azules...sólo hay gente de mirada triste, inmigrantes, como yo. Musulmanes que caminan en las sombras de aquí para allá... pensativos.

Tengo ganas de empezar de nuevo mi jornada laboral... al menos allí en la oficina me siento útil...llamo a Mala para atarla, ya he visto demasiado. Todo es como un gran espejo, y no me gustan los espejos.
De vuelta paso por aquella cafetería que hace esquina, y como siempre, echo un ligero vistazo, una luz cálida la envuelve...la gente ríe entre el humo del tabaco... y suena la música, como desde otro mundo muy... muy lejano.

2 comentarios:

el lector dijo...

la gente sale de la cafetería, y vuelve a casa. a menudo retrasa su salida porque no quiere volver...

qué más dá. la cuestión estriba en que, allá donde lleguemos, encontremos, no sé, nuestro hueco en la almohada y nuestro cojín en el sofá...

¿no?

AnadelasTejasrojas dijo...

si, seguramente llevas razón...
pero ese hueco, no debe ser muy grande.
Debe tener la medida exacta, supongo.