Los caminos son invisibles.
Se protegen, así quizás, de un uso indebido.
Ellos nos observan impasibles,
pues no les importamos lo más mínimo.
Nos observan mientras reptamos,
agazapados en la oscuridad,
tentando el suelo con manos pequeñas y sucias.
Siguiendo el rastro,
confundidos
con nuestro propio olor.
Hace 2 semanas
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