Todos los días le hacía la cena obedientemente, puntualmente. Cortaba con el cuchillo, bien afilado... un trozo de costillar, un antebrazo o una jugosa porción de muslo; lo freía con abundante aceite y lo servía muy hecho, como a él le agradaba.
Todos los días le cocinaba un trozo de ella misma.
Hay tantas mujeres muertas cocinadas y devoradas lentamente.
Hace 2 semanas
1 comentario:
Me ha impresionado. Lo peor es que es cierto.
Publicar un comentario